He de reconocer que de no ser por una insistente peluquera, jamás hubiera descubierto este producto.  Me resultaba de lo más incómodo poner un aceite en el pelo después de lavarlo, me parecía un crimen pero me fié y, efectivamente, funcionó, un pelo brillante y suelto y sobre todo cuidado.

Algo parecido resultó con la piel: aplicaba unas gotitas de aceite de Argán en codos y rodillas después de la ducha y volvió a funcionar.  En este caso, no buscaba obtener brillo, obviamente, pero noté que se absorbía  rápidamente y proporcionaba una hidratación superior a otros aceites.

Al comprobar sus características tan positivas para la piel, rápidamente pasó a formar parte de la gran familia de aceites esenciales que enriquecen nuestros jabones ecológicos de glicerina y.. qué gran acierto!

Pero seamos educados y presentemos como Dios manda al aceite de Argán.

El aceite de Argán es un aceite comestible que se obtiene de la presión de las semillas maduras de la baya del árbol de Argan (Arganda Spinosa), que crece sólo en el suroeste de Marruecos, zona declarada reserva de la Biosfera, y es por sus características, un árbol único en el mundo.  Su sabor es parecido al de la nuez.  El Aceite de Argan se extrae sin ninguna utilización de productos químicos: es un producto biológico y ecológico 100%.

Actualmente, muchos laboratorios utilizan el aceite de Argán para el cuidado del cabello y uñas y para la fabricación de jabones.

De hecho, el Aceite de Argán es perfecto para el cuidado de las uñas y por su contenido en vitamina E, es ideal para combatir el envejecimiento y la sequedad de la piel.

En Marruecos han recurrido al Aceite de Argán como componente básico de su dieta y como elemento de la medicina tradicional.

Hace aproximadamente 2 décadas, los análisis químicos realizados al aceite de Argán, confirmaron sus valiosas propiedades nutricionales y dermatológicas (incluyendo el uso para acné, arrugas y heridas leves).

Ni que decir tiene lo enriquecedora que puede resultar su presencia en un jabón de glicerina, que ya de por sí tiene unas propiedades únicas para la piel, sus resultados son espectaculares.

Los jabones de glicerina, como hemos recalcado en tantas ocasiones, son lo mejor para la piel.  Carecen de substancias agresivas y, por lo tanto, no irritan nunca.  Si a estos jabones de glicerina tan extremadamente suaves les añadimos aceites esenciales como por ejemplo el que nos ocupa, aceite de Argán, los convertimos en fuente de hidratación y van a limpiar la piel sin que esta realmente se dé cuenta, pues intercambiarán las grasas naturales de la piel que arrastraremos con el jabón, por otras vegetales llenas de nutrientes.

Resumiendo un poco, los jabones de glicerina enriquecidos con aceite de Argán podríamos decir que poseen estas características: